jueves, 26 de abril de 2012

CUENTO: "LOS GATO DEL CUARTO DE COSTURA"

Os presento a mi maleta para transportar la máquina de coser:


Os quiere contar un cuento:

"LOS GATOS DEL CUARTO DE COSTURA"

Al cuarto de costura de doña Dispersa, llegó desde Sitges una tela muy bonita.
Tan bonita, que su dueña no se atrevía a usarla.

La tela estaba colocada en una estantería junto a sus compañeras, y de vez en cuando dejaba asomar sus flecos, para hacerse notar:


Su dueña la cogía, la miraba,  pero no la usaba.
Así durante dos años.
Hasta que un día doña Dispersa, decidió que su máquina de coser, Singerita,   debería alternar con las demás máquinas, con una nueva imagen.
La pobre, Singerita, está anticuada, pero como va cosiendo, doña Dispersa, le tiene mucho cariño, y la mima para que siga trabajando.
Le daba pena ver la maleta vieja y descolorida, por lo que decidió hacer un experimento, y tras rebuscar entre todas las telas, la de los gatos era la más apropiada para rejuvenecer la funda de Singerita.
Con Alkil, una tijeras y una espátula, consiguió lo que quería:


Para el costado uso una tela que estaba destinada a una cesta, cubierta de casitas, pero doña Dispersa, había decidido que la construcción últimamente no era rentable:


Los gatos de la funda, estaban felices, por fin estaban en un cuarto de costura de verdad, ahora podrían jugar a sus anchas, sin tener que permanecer siempre en la misma postura.
Como en todos los cuentos, salían por las noches, aprovechando que los dueños de la casa estaban dormidos.
Pero los pobres gatitos, no encontraban nada en su sitio, el cuarto estaba invadido por cajas y bolsas que contenían trabajos sin terminar, el desorden iba en aumento, nunca veían a nadie, porque doña Dispersa no dejaba entrar a ninguna amiga en su taller.

Entre todos decidieron una estrategia:
"Colocar delante de las estanterías y del armario,  los trabajos que  ya  deberían estar acabados"
Así , su dueña, no podría sacar materiales nuevos, ni consultar los libros y las revistas, para empezar nuevos proyectos:


Trabajaron mucho, trepando por las cortinas y los muebles:



Abrieron las carpetas:



Y fueron colocando los trozos de tela, sobre las sabanas de diseño:



Distribuyeron los trabajos en varios montones, separando los que se tenían que hacer a mano de los que se realizarían a máquina:



Salieron asustados de entre los cestos:


Hablaron con doña Dispersa, y cerraron un trato:
Ellos le ayudaban a mantener el orden, si ella se comprometía a no empezar ninguna labor nueva, hasta terminar al menos dos antiguas.
Todos se pusieron manos a la obra:



Doña Dispersa, cosía feliz, viendo como avanzaba:


Se encontraba todo en orden. Los gatos le colocaban sobre las bandejas recicladas de las verduras,  los retales que sobraban:  


En unas colocaban los que podrían tener utilidad en un futuro, y para no ocupar espacio las apilaban unas dentro de las otras:


Y los hilos y retales desechables los colocaban en otra más profunda:


Dejaban las herramientas necesarias cerca de la zona de trabajo: 




Todos en el cuarto de costura trabajaron mucho, alguno por la noche estaba así:


Doña Dispersa,  casi, casi... terminó seis cojines, y no se atrevía a decirle a sus nuevos ayudantes, don Constante y don Ordenado, que quería empezar algo nuevo. Se le ocurrió hacerles un pequeño chantaje, y  les dijo:

-"Si me dejáis hacer una bolsa nueva, para llevar al siguiente curso, os llevo conmigo" .

Los jefes de la manada, no aceptaban, pero los más jóvenes,  deseosos de salir del cuarto de costura, y conocer a las amigas de su dueña, presionaron y consiguieron convencer a los mayores.

Hicieron la bolsa entre todos:


Doña Dispersa, no se paro como de costumbre, porque prometió hacerla rápido. 
Hizo una bolsa muy sencilla en la que pudieran entrar las reglas, y la base de corte, por un lado:


Y el costurero y algunas herramientas por el otro.



Incluso le quedó espacio para trasportar telas y guatas.

Colgaron el el carrito la bolsa:


Y como no la funda Mágica con Singerita dentro:


Y se fueron todos a  Quilt Art, para asistir a un curso con  Pepa Pellicer, de Trapunto.
Se lo pasaron fenomenal, y empezaron a entender, porque su dueña se llamaba "doña Dispersa".
Les gusto la tienda, los trabajos las profesoras y por fin conocieron a las amigas, de su dueña.

Ellos también querían seguir aprendiendo.

De vuelta a casa, sacaron de la nueva bolsa, todos los materiales y las herramientas:







Dejaron todo dispuesto para seguir trabajando:


Y aunque las técnicas del trapunto resultaron ser preciosas, pactaron, conformarse con las muestras:



Porque tenían muchos trabajos por el medio.
Algunos,  que les falta muy poco, para dejar de ser " inacabados":




Otros, que les faltaba bastante:



Y otros que en aquel  momento era impensable terminarlos:


Daba igual, ellos lo pasaban fenomenal y doña Dispersa, también.

Y hasta aquí llega el cuento que nos ha contado la maleta.

Seguramente doña Dispersa estará cosiendo feliz, y sus amigos los gatos seguirán intentando corregirla:




 Espero que os haya gustado esta entrada.
Y que al igual que los protagonistas entendieron porque se dispersaba su dueña, vosotras entendáis, porque no publico más y no os dejo comentarios como antes, ESTAMOS EN EL INTENTO.

¡Feliz costura!
¡Hasta cuando queráis!